Eric San Juan, con su hijo Martín.

Llegó a Ho Chi Minh (antigua Saigón) a finales de 2008 con una beca de un año y casi doce años después sigo allí. Después de su beca le ofrecieron un trabajo de corresponsal de EFE en Filipinas, donde vivió tres años y donde se casó en 2011. A finales de 2012 a su mujer, Vanessa, le surgió una oportunidad profesional en Vietnam y decidió volver a Saigón, donde la Agencia EFE le ofreció seguir colaborando. Allí está desde entonces Eric San Juan Hernández, con su hijo Martín, de 5 años, aunque vuelve a Irun todos los sanmarciales y algunas navidades. Este año es más incierto, no sabe cuándo podrá visitar a la familia.

– ¿Cómo está viviendo esta situación lejos de casa?

Sobre todo con preocupación por la familia que está allí, aunque por suerte en Irun no ha golpeado tan fuerte como en otros lugares y la situación en general parece ir a mejor. Por lo demás, contento de estar en Vietnam, uno de los países que mejor está gestionando esta crisis en el mundo.

– Vietnam comparte 1.400 kilómetros de frontera con China y, sin embargo, no se han registrado fallecimientos por COVID-19. ¿Cómo explica esto?

Ha habido algo de suerte, ha habido pacientes graves que han salido adelante con dificultad y hay ahora mismo un paciente con muy mal pronóstico, pero los médicos lo están dando todo para salvarle. Vietnam ha registrado hasta el momento solo 271 contagios y en eso no ha influido tanto la suerte como la estrategia de las autoridades. A finales de enero, con menos de diez contagios en el país ya tomaron las primeras medidas: cierre de escuelas, cierre de rutas aéreas con Wuhan y unos días después con toda China, prohibición de entrada a viajeros que hubieran estado en China en los 14 días anteriores, controles de temperatura en los aeropuertos… Estaban en guardia desde el principio. A primeros de febrero aislaron una comarca de 10.000 habitantes cerca de Hanói porque había seis infectados. En febrero erradicaron la epidemia y pasamos tres semanas sin nuevos contagios, pero el virus volvió desde Europa a primeros de marzo. Una chica vietnamita dio positivo días después de llegar a Hanói en un vuelo desde Londres y en dos días las autoridades localizaron a todos los pasajeros del avión (en su mayoría turistas británicos que viajaban por todo el país), los aislaron y les hicieron el test. Varios de ellos dieron positivo. Siempre que se produce un positivo las autoridades rastrean todos los contactos con los que ha estado en los días anteriores y a su vez los contactos de esas personas, hasta el cuarto nivel, para evitar el contagio local. A mediados de marzo, como no paraba el goteo, cerraron rutas aéreas con países de riesgo (Italia, España, Francia…) y después simplemente cerraron las fronteras. En abril se decretó un distanciamiento social con el cierre de algunos negocios y poco a poco volvemos a la normalidad. En resumen, ha habido prevención y una actuación rápida de las autoridades. También puede que el clima cálido sea un factor, pero no hay suficientes pruebas científicas y además eso no explicaría la diferencia de Vietnam con otros países de la zona.

¿Cómo es ahora mismo el día a día allí?

Ahora mismo estamos volviendo a la normalidad poco a poco, han empezado a abrir restaurantes y bares, y se van incrementando los vuelos nacionales, que estaban muy restringidos. Esta semana han comenzado a abrir las escuelas de forma paulatina en función de la edad. Mi hijo, de 5 años, lleva 3 meses sin pisar el colegio (aunque hace clases online) y le quedan otras dos para volver. La apertura de fronteras tardará porque el peligro de infección viene de fuera.

– He leído que, entre otras medidas, el gobierno está instalando cajeros automáticos que dispensan arroz a la población de forma gratuita…

Bueno, el gobierno ha tomado algunas medidas de alivio económico como exenciones o aplazamientos de impuestos y ayudas para los más necesitados, pero en este caso se trata de una iniciativa privada. Un empresario decidió instalar “cajeros automáticos” de arroz para los más necesitados. Se trata de unos dispensadores que entregan un kilo y medio de arroz a cada usuario. Instaló el primero en Saigón, donde yo vivo, y fue tal el éxito que ha ido multiplicándolos en las principales ciudades del país. Él hizo una aportación inicial de varias toneladas de arroz y después muchos particulares están donándole arroz para que lo reparta. Para evitar la picaresca han instalado un sistema de reconocimiento facial, de esta forma se aseguran de que nadie va dos veces en el mismo día. Esta anécdota de los cajeros de arroz demuestra el nivel de compromiso de la sociedad vietnamita para frenar la epidemia y también los efectos económicos que provoca. Otro ejemplo en la misma línea es el del propietario de una cadena de panaderías que vio que los agricultores sufrían al no poder vender fruta del dragón (también llamada pitaya) a China al inicio de la epidemia y decidió comprársela y hacer un pan a base de esa fruta que fue un éxito.

– Una de las cuestiones que se está achacando a los países occidentales es el no haber actuado con antelación en previsión de lo que estaba ocurriendo en China o en otros países del entorno. ¿Cómo ve desde la distancia lo que está pasando aquí?

En Vietnam estamos teniendo mucha suerte, el gobierno actuó con rapidez y la población ha sido muy consciente del peligro desde el principio. Viendo el contraste con la complacencia y la soberbia inicial de los países occidentales, a lo largo de estos meses he ido pasando de la perplejidad inicial al ver que no se tomaban medidas, al cabreo por ver la llegada de lo que veía venir y después la tristeza de ver tantas muertes y tantos dramas en tu país. A veces intento no seguir demasiado el día a día político porque me cabrea mucho ver que ni siquiera en estas circunstancias hay una mínima altura, salvo alguna excepción suelta. Creo que la tardanza en actuar se debe a la diferencia en la percepción de la enfermedad. En Vietnam, y en Asia en general, hay mucho más miedo a las enfermedades, es habitual ver a gente con mascarillas por la calle en circunstancias normales. En parte es debido a la contaminación de las grandes ciudades pero también por no contagiarse de nada. Por otro lado, Vietnam sufrió el SARS en 2003, fue el primer país afectado fuera de China, sufrió varias muertes, pero también fue el primer país del mundo en erradicar la enfermedad. Por último, creo que el pasado trágico relativamente reciente de Vietnam (la guerra terminó hace 45 años y hasta los años 90 era de los países más pobres del mundo) deja un poso en la sociedad, activa los instintos de supervivencia, de detección del peligro, que nosotros tenemos algo adormecidos porque en general vivimos vidas plácidas, con nuestros problemas y dramas personales, pero sin una catástrofe colectiva como la actual.