Aitor Zabaleta. / Martín Tellechea

Aitor Zabaleta Gogorza, de 51 años, ha sido elegido hace unos días nuevo capitán de la Compañía de Behobia. Lleva 35 años desfilando en la compañía de su barrio, los dos primeros como escopeta y después como txibilito, los últimos cuatro como cabo. Ahora le toca ponerse al frente de la compañía, sustituyendo a Rubén Fraile.

– ¿Me han dicho que pasó bastantes nervios el día de la votación?

Sí. Fue una votación extraña por las medidas de seguridad debido a la COVID-19. En Behobia siempre hemos elegido al capitán en una asamblea en la que los candidatos se presentaban ante los allí presentes y luego se votaba. Pero, claro, en esta ocasión no pudimos hacerlo así. Quedamos en la plazoleta y entramos de uno en uno al local donde tenía lugar la votación. Cuando terminaron de votar todos los candidatos entramos dentro y seguimos el recuento. La mesa estaba constituida por Rubén Fraile como capitán saliente y por un representante de cada una de las dos candidaturas. Ese momento fue el más tenso para mí. Cinco personas en una sala, en silencio, viendo cómo se van abriendo sobres y van contándolos…

– Y dicen su nombre…

Sí, en ese momento estaba en una nube. Rubén y yo nos dimos un abrazo. Luego, cuando salimos a la calle y la gente me miraba a mí, ahí ya te das cuenta de que sí, de que eres el nuevo capitán.

– ¿Por qué decide presentarse?

Rubén, además de la comisión de la compañía, tenía un grupo de personas muy cercano. Teniente, alféreces, banderín y yo, que he desempeñado estos cuatro años con él el cargo de cabo de pífanos. Hemos sido una piña y hemos funcionado como un grupo de amigos. Cuando Rubén nos dice que no se va a presentar nos descoloca un poco, porque al poder ser reelegido todos estábamos tranquilos, dábamos por hecho que cumpliría un ciclo de ocho años y que ya pensaríamos más adelante en un posible recambio. Yo miraba al resto y les decía que yo era el último de la fila, un cabo, que ellos estaban por delante de mí… pero los demás me decían que diera el paso. Y así lo hice, pero, eso sí, con una condición, que el grupo tenía que mantenerse. Aprovecho para agradecer a Rubén, creo que en nombre de todos, por haber sido capaz de formar ese grupo.

– ¿Ha podido estar con él estos días?

No he podido estar tranquilamente con él porque se tomó unos días de vacaciones y se fue fuera, pero vamos, eso no va a ser problema, andamos todo el año juntos. Vivo al lado de su tienda, no se va a librar (risas).

– ¿Alguna vez se imaginó como capitán de la compañía?

Si te digo la verdad no. Nunca me lo hubiera imaginado. Mira, cuando salí elegido, estuve unos días en una nube. La gente en el barrio te para, te da la enhorabuena, te desea suerte. Somos un barrio pequeño, nos conocemos todos de toda la vida.

– Entiendo que van a continuar con el trabajo que se venía haciendo…

Sí, con el trabajo y con las actividades. El Día del Niño, por ejemplo, hay que mantenerlo y potenciarlo. Hay que hacer base, que vengan nuevas generaciones y sientan la compañía como la sentimos nosotros. En estos años se ha intentado que la gente participe en cosas de la compañía. Hay que seguir por ahí. Me gustaría también, además de talleres infantiles, poder enseñar a chavales algo más mayores.

– ¿Ya le ha llamado el General?

Bueno, tengo que decirte que Paco Carrillo se acercó a Behobia. No me lo esperaba. Estuvieron también los compañeros de Ventas, con los que tenemos muy buena relación. Les agradezco de corazón que se acercaran.