Iñaki Sagarzazu, junto a la entrada del local que Alarde Fundazioa tiene en Arma Plaza. / Martín Tellechea

El pasado 11 de octubre la Junta de Mandos del Alarde de Hondarribia decidió reelegir por unanimidad a Iñaki Sagarzazu para desempeñar el cargo de Burgomaestre. Hablamos con él del día de la elección, sus sensaciones, los retos a los que se enfrenta y los trabajos a abordar en este próximo mandato.

¿Cómo vivió el momento de la reelección?

La reunión para la elección del Burgomaestre le corresponde convocarla al mando más antiguo de la Junta de Mandos, en este caso al capitán de la Compañía Mixta, Ángel Sáenz de Pipaón. Yo tenía conocimiento de la fecha de la reunión y sabía también que iban a presentar de nuevo mi candidatura. Se me dijo que estuviera cerca del local que tenemos en Arma Plaza. Yo sabía que el inicio de la reunión estaba fijado para las 20:00 horas, así que calculé que para las 20:30 horas más o menos ya estaría la decisión tomada. Mi sorpresa fue que a los cinco minutos de empezar la reunión el secretario de la Junta de Mandos ya me estaba llamando para que me presentara allí lo antes posible. Cuando entré recibí la felicitación de todos los mandos y se me informó que había sido reelegido por unanimidad, lo que me alegra especialmente.

– ¿Cómo ha cambiado el Iñaki Sagarzazu que cruzó esa puerta hace ahora cuatro años para ser nombrado Burgomaestre al de este 2019 en el que ha sido reelegido para desempeñar el cargo?

Hace cuatro años llegué siendo un novato. Desfilaba desde hacía muchos años en el Alarde pero, como otras muchas personas, no conocía al detalle la estructura ni de Alarde Fundazioa, ni de la Junta del Alarde, ni de la Junta de Mandos. Durante los primeros meses viví un continuo proceso de aprendizaje. La Junta del Alarde se viene a reunir una o dos veces al mes, si a estas reuniones les sumas las del Patronato de Alarde Fundazioa y las de la Junta de Mandos con los capitanes y jefes de unidad… te puedes hacer una idea. Luego, la propia dinámica de esas reuniones hace que vayas aprendiendo muy deprisa.

– Y luego está la tensión del 8 de septiembre por plasmar todo aquello que se ha trabajado durante el año…

Si hablamos de la liturgia del día 8 lo primero que tenemos que decir es que una auditoría constante, año tras año, en la que además tienes que estar también constantemente pendiente del reloj, para que no se produzca una demora importante en determinados momentos. Piensa, por ejemplo, que si la distancia entre compañías es más grande de la que tenemos calculada y hablada en las reuniones y se abre un hueco de 30-40 segundos por compañía, en un sitio como en la calle Mayor podríamos estar hablando de 10-12 minutos de retraso sobre el horario previsto, que a su vez puede repercurtir en actos que tengan que producirse a continuación.

– ¿Qué retos se marca para estos próximos cuatro años?

Siempre hay cosas que mejorar. Hace unos años empezamos, por ejemplo, a revisar los reglamentos de régimen interno de cada compañía y también actualizamos la Ordenanza. Ahí enseguida nos dimos cuenta de que había mucho trabajo. Este año, sin ir más lejos, también nos hemos dado cuenta que se pueden mejorar. Ya las tenemos apuntadas. Esto, muy probablemente, se traduzca en un cambio o modificación de la Ordenanza. Habrá que estudiarlo primero en la Junta del Alarde, luego tendrá que ser debatido, analizado y votado en la Junta de Mandos.

– Durante su anterior mandato se han puesto en marcha nuevos proyectos, como es el caso de Alardearekin Bat…

Alardearekin Bat es un proyecto que se pone en marcha durante mi primer mandato, pero es un proyecto en el que hay muchísima gente implicada: los mandos de las diferentes compañías, gente de las propias compañías, mujeres… Las ediciones que hemos celebrado han salido bien, pero éramos conscientes desde el principio de que va a ser un recorrido largo en el que se van a tener que ir mejorando cosas. A medida que vamos celebrando nuevas ediciones vamos aprendiendo. La idea es asentar en el tiempo este evento, que es importante en la financiación del Alarde.

Iñaki Sagarzazu, en el interior del local de Alarde Fundazioa, junto a una réplica de la Virgen de Guadalupe. / Martín Tellechea