Ramon Guirao. / Martín Tellechea

Ramón Guirao Larrañaga, irunés, nacido en la calle Mayor en 1951. Es miembro de varias asociaciones culturales y colaborador de revistas de ámbito comarcal o local, como Cuadernos de Monzón, Revista del Centro de Estudios de Sobrarbe, Luis de Uranzu Kultur Taldea, Bidasoaldea… Ganador de los premios de investigación histórica “Sitios de Zaragoza”, de la asociación del mismo nombre; “Miguel Servet”, del Colegio de Médicos de Huesca; y “Antonio Durán Gudiol”, del Ayuntamiento de Huesca. Tiene publicados varios libros dedicados a la historia del siglo XIX en Aragón y Guipúzcoa, entre ellos Anales de la Guerra de la Independencia en el Altoaragón, Las Guerras Carlistas en el Altoaragón, San Marcial y el Paso del Bidasoa. 1813, San Sebastián. 1813 o Guerras carlistas en Irún y Hondarribia. 1833-1876, en colaboración éste último con Rafa González Merino. Ahora acaba de publicar Irún y Hondarribia en la guerra contra la Convención francesa (1793-1794).

– Cuando hablamos de historia siempre apelamos en la comarca a las batallas de San Marcial de 1522 y 1813 y al sitio de Hondarribia de 1638, pero han sido innumerables los enfrentamientos bélicos en este rincón de Gipuzkoa. Usted presenta ahora un trabajo sobre la guerra contra la Convención francesa. ¿Qué estaba en juego en aquella contienda y quiénes fueron sus protagonistas?

En 1789 se produce la Revolución Francesa, que abole la monarquía, condena a muerte y ejecuta al rey Luis XVI y trae grandes cambios políticos y sociales en Francia, eligiéndose un parlamento denominado Convención Nacional que redacta una nueva Constitución. Las monarquías europeas, sintiéndose amenazadas, forman una coalición a la que se une España en agosto de 1792.

El 7 de marzo de 1793 la Convención declara la guerra a España y el 23 el monarca español la contradeclara, iniciándose un conflicto que finalizará el 22 de julio de 1795 con la firma de la Paz de Basilea. En la frontera del Bidasoa, Irun y Hondarribia serán las que soporten el peso del conflicto, pudiéndose definir claramente dos campañas, la primera desde abril de 1793 hasta febrero de 1794, favorable a las armas españolas, en la que se destruye el fuerte de Hendaia y se dominan las dos orillas del río con puestos fortificados en Biriatu y Tellatueta. Sin embargo, durante la segunda, los franceses reforzados con numerosas tropas consiguen ir avanzando poco a poco hacia la orilla del Bidasoa en una guerra de puestos avanzados y en junio de 1794 ocupar el Baztán y en un ataque combinado a primeros de agosto de ese mismo año tomar el campo atrincherado de San Marcial en Irun y la plaza de Hondarribia.

– ¿Cómo eran Irun y Hondarribia en aquellos años de finales del siglo XVIII?

Ambas eran pequeñas villas con sus habitantes dedicados a una incipiente industria y a los trabajos del campo y del mar. Siempre habían tenido por monárquicos y buenos católicos a los vecinos franceses, de modo que “fiados en su bondad”, estaban lejos de sospechar agresión o invasión alguna por su parte, además, con Lapurdi mantenían estrechas relaciones y un buen comercio. A primeros de 1792, en vista del rumbo que toma la Revolución Francesa y en previsión de la ruptura de hostilidades, que se considera inminente, la Diputación de Guipúzcoa convoca a Junta a los procuradores de sus pueblos con el fin de adoptar en común las medidas defensivas apropiadas; se ofrece al rey, al que comunica la necesidad de fortificar aquella frontera y ordena la formación de sus Milicias Forales formadas por compañías de vecinos reclutadas en cada pueblo, siendo obligatorio prestar el servicio padre por hijo desde los 18 hasta los 60 años.

El emplazamiento elegido para erigir una fortificación que “sea llave de la frontera y cierre la puerta a las armas francesas” fue el monte de San Marcial en Irun, considerado “una posición cómoda, inexpugnable y de poca costa” desde la que se cubre la totalidad de la frontera y en especial el paso de Behobia, complementada con la fortificación de la colina de Portu. Para construir esas fortificaciones, preparar los caminos y hacer trincheras acuden a Irun carpinteros, canteros, herreros y obreros de los pueblos cercanos (Oiartzun, Pasaia, Lezo…) y las autoridades militares solicitan al Ayuntamiento de Irun, que sus vecinos, como conocedores de terreno, “estén prontos y habilitados con armas y municiones para ocurrir al primer llamamiento”. El ayuntamiento está de acuerdo y comunica a la Diputación de Guipúzcoa que para su propia defensa y seguridad de toda la Provincia guardará la frontera.

Llegadas noticias de que los franceses están reuniendo fuerzas en Baiona y preparando los caminos conducentes a Irun, el general Caro, comandante en jefe del Ejército de Guipúzcoa y Navarra sitúa el cuartel general en Irun, instalándose en el Palacio de Arbelaiz, y ordena acercar tropas a la frontera de Irun y que se les proporcione alojamiento y suministros.

Los ayuntamientos de Irun, Hondarribia y Oiartzun buscan y preparan esos alojamientos y ante la posibilidad de que se perdieran los documentos de los archivos municipales y de las notarías y para proteger la plata y alhajas de las iglesias acuerdan trasladar todo ello tierra adentro de Guipúzcoa y Navarra, siendo llevada a Vitoria la imagen de Nuestra Señora del Juncal.

– ¿Qué archivos o documentos ha consultado para llevar a cabo este trabajo y cuánto tiempo le ha llevado?

El trabajo es un extracto de otro de mayor envergadura que estoy preparando desde hace tres años y relativo a esta misma guerra pero en la región de Baztán-Bidasoa. Los documentos más importantes para realizar el trabajo los he consultado en fondos de diferentes archivos: municipales de Irun y Hondarribia; Histórico Nacional de Madrid (Archivo de la Nobleza, Fondo Osuna; General Militar de Segovia, Archives numériques de la Révolution française (documentos de la Convención); Actes du Comité de Salut Public, avec la correspondance officielle des representants en misión, recogidas por Aulard; periódicos de la época como la Gaceta de Madrid y la Gazette Nationale ou Le Moniteur Universel de 1793 a 1795. A ellos se unen la información existente en el magnífico trabajo del Servicio Histórico Militar del Estado Mayor Central del Ejército: Campañas en los Pirineos a finales del siglo XVIII. Guerra de España con la Revolución francesa, 1793-95, en su tomo IV relativo a los Pirineos Occidentales y la de obras de autores coetáneos o grandes historiadores como Beaulac, Jomini, Marcillac, Chico Comeron, Duceré, Gómez de Arteche, Guevara Urquiola, Serapio Múgica, Moraza, Murugarren, además de los trabajos locales aparecidos en algunas sociedades científicas como Luis de Uranzu, Bulletin de la Société Archéologique du Gers, Revue historique, scientifique et littéraire du Département du Tarn o Bulletin de la Société des Sciences, Lettres et Arts de Pau y algunos manuscritos de la época como el del escribano de Oiartzun Vicente Sarasti escrito en 1795: Memoria de la Revolución Francesa y de la Guerra de España por la parte de Navarra y Guipúzcoa en los años 1793, 1794 y 1795.

– ¿Quedan vestigios de aquella contienda hoy en día?

Pocos, pero alguno hay. Parte de los muros de lo que fue el Parque de Artillería y que podemos ver en Gaigain (Gain Gainean), algunos restos en las laderas de San Marcial, el monolito de Erlaitz-Pagogaina y poco más, siendo más abundantes en la zona norte del Bidasoa, pues durante la Guerra de la Independencia los restos de los reductos levantados durante la Guerra de la Convención en Sara, Larrun y otros lugares fueron reconstruidos y hoy podemos contemplar algunos de ellos. Igualmente, del fuerte de Hendaia, destruido en abril de 1793, quedan algunos vestigios.

– Usted es un apasionado de la historia, tanto del entorno del Bidasoa como de la zona del Altoaragón donde reside. Se tomará ahora un pequeño descanso o tiene en mente nuevos proyectos?

Mientras esté en buena forma deseo seguir investigando y realizando estos trabajos sobre nuestra pequeña historia local y tras la edición de este último libro he empezado a recopilar datos sobre el que espero sea el próximo y que llevará por título La Batalla de la Peña de Aldabe, Irún 1522, cuyo V Centenario se va a celebrar en 2022.