La exposición comenzó el pasado lunes. / Arma Plaza Fundazioa

El lunes pasado comenzó en el Archivo General de Indias en Sevilla la exposición ‘La Flota de Nueva España y la búsqueda del galeón Nuestra Señora del Juncal’, organizada por el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Asuntos Exteriores, Acción Cultural Española y el Instituto Nacional de Antropología e Historia de México. Será visitable hasta el mes de abril del 2022.

Desde 2014, México y España cooperan en la gestión, investigación, protección, conservación y preservación de recursos y sitios del Patrimonio Cultural Subacuático que incluía una campaña arqueológica conjunta entre ambos países para localizar este galeón. Una de las iniciativas es la organización de dicha exposición, que visitará ambos países.

La exposición tiene como protagonista al galeón ‘Nuestra Señora del Juncal’, hundido el 31 de octubre del 1631 frente a las costas de México, entre Veracruz y La Habana, cuando se dirigía a España cargado con un millón monedas de plata, además de chocolate, seda, cuero y tintes, según diversos historiadores. De los 300 tripulantes, únicamente sobrevivieron 39.

El galeón mercante Nuestra Señora del Juncal, se construyó en los astilleros de Hondarribia por el matrimonio formado por Antonio de Ubilla y Estrada y Maria de Izaguirre y Martín, ambos naturales de Hondarribia. Tenía 34’6 metros de eslora, 10’91 metros de manga, 27’5 metros de quilla y una tripulación formada por 300 personas.

“Hondarribia está presente en dicha exposición” destaca Txomin Sagarzazu, Alcalde de Hondarribia y presidente del Patronato de Arma Plaza Fundazioa. “La asociación de Amigos de la Historia de Hondarribia y Arma Plaza Fundazioa junto con el Ayuntamiento de Hondarribia han colaborado en la misma con la cesión de la maqueta de la Plaza Fuerte de Hondarribia por un lado, cuyo cuidadoso traslado motivado por las medidas de la maqueta se ha realizado la semana pasada por una empresa especializada desde el Palacio Ramery de Hondarribia, en pleno corazón del Casco Histórico.

Además, desde Arma Plaza Fundazioa se ha colaborado facilitando documentación cartográfica digital como el “Plano de la Plaza Fuerte de Hondarribia y alrededores en 1640 de Leonardus de Ferrarys”. Se trata de una reproducción facsímil de principios siglo XX. El original se encuentra en el Archivo Militar de Estocolmo.

“Para Hondarribia es una gran noticia la organización de dicha exposición y se conozca la interesante y trágica historia del galeón ‘Nuestra Señora del Juncal’ y todo lo que tuvieron que vivir sus promotores hondarribiarras del siglo XVII” añade Sagarzazu.

La exposición del Archivo General de Indias contará con seis bloques, y el tercero será un bloque temático dedicado a la construcción naval de la época, a las Reales Ordenanzas que regulan esta actividad y a la particular historia del galeón ‘Nuestra Señora del Juncal’.

Construido en Hondarribia

El negocio de los astilleros cantábricos estaba en auge en los comienzos del siglo XVII, sobre todo, los de Gipuzkoa, en los que se construía la mayor parte de los barcos que formaban parte de la Carrera de Indias.

Hondarribia, contaba con cuatro astilleros menores: el astillero de los “Molinos Viejos”, muy cerca de la ermita de Santa Engracia; el “Astillero de la Ribera”, frente al cuerpo de guardia de Santa María; el astillero de “La Lonja”, entre el baluarte de San Felipe y la Lonja, en el que la familia Ubilla-Izaguirre construyó el ‘Nuestra Señora del Juncal; y el astillero de “La Roca”, cerca de la ermita de la Magdalena.

Cuenta Ernesto Goiricelaya en su publicación ‘Cosas de Alde Zaharra’ que “Antonio de Ubilla y Estrada, natural de Hondarribia, era entonces contador de artillería de las fortificaciones de Hondarribia y San Sebastián. En el año 1599, Antonio de Ubilla se casó con María de Izaguirre y Martín, también natural de Hondarribia, con quien tuvo diez hijos”.

En 1620, Ubilla e Izaguirre, influidos quizá por el auge de los astilleros de su pueblo natal, decidieron embarcarse en un proyecto en el que invertir todos sus ahorros y todas sus energías. Un proyecto arriesgado pero factible: construir un galeón en el Puntal de Hondarribia. Y no cualquier galeón, sino el más grande que se había construido en Hondarribia, al que bautizarían como Nuestra Señora del Juncal.

Encargaron la dirección del proyecto de construcción a Antonio Lajust, importante constructor y asentista especializado en la construcción de galeones de más de 500 toneladas que había trabajado tanto para particulares como para la Corona Española. Goiricelaya destaca en su publicación que la construcción del barco finalizó en Lezo. “Era muy complicado terminar la arboladura por la altura que alcanzarían los palos -su palo mayor llegaría a medir 47 metros desde la quilla-, y el tradicional poco calado de la zona (del Puntal) haría imposible sacar el barco si seguía aumentando de peso. Así que en octubre de 1622 el casco del galeón fue llevado en lastre a los astilleros de Bordalaborda en Lezo, para terminar allí de aparejarlo”.

Hundimiento del galeón y bancarrota de la familia

La Flota de Indias estaba compuesta por 13 embarcaciones que habían partido de Cádiz en 1630 y que regresaban a España desde el puerto de San Juan de Ulúa (México) en octubre de 1631. Tras intensas tormentas y quince días de lucha contra los vientos, naufragaron en las costas mexicanas tanto el Santa María, como Nuestra Señora del Juncal. Además, un día antes de que zarpase la flota falleció el donostiarra Miguel de Echazarreta, el capitán general de la flota de la Nueva España. La mala climatología recomendaba no hacerse a la mar, pero las necesidades económicas del Rey Felipe IV resultaron ser más importantes a la hora de tomar la decisión.

“La noticia del naufragio llegó a Hondarribia cinco meses después y la armadora, María de Izaguirre, la recibió con absoluta desesperación. Antonio y María habían invertido todo su patrimonio en la construcción del Nuestra Señora del Juncal para venderlo cuanto antes en Andalucía; la Corona lo había embargado obligándoles a pagar su puesta a punto y el sueldo de la tripulación; y después María, ya como única armadora (al fallecer Antonio de Ubilla en 1629), se había visto obligada a pedir un préstamo para afrontar los gastos que le supuso el exceso de tiempo que el barco había tenido que esperar en Cádiz y en Veracruz. Con el naufragio lo perdía todo. Tenía diez hijos y no podía quedarse a esperar tiempos mejores.

El barco se había hundido mientras estaba embargado al servicio de la Corona Española. Así que reclamó una compensación al Rey. Felipe IV atendió su súplica concediéndole licencia para que dos naves pudieran participar en la Carrera de las Indias. Pero tras la captura de la flota de 1628 y el desastre de la de 1631, el comercio con ultramar entró en recesión, había muchas concesiones y poco interés por hacerse con una. María no pudo vender ninguna de las dos licencias” finaliza Goiricelaya en su interesante publicación.