José Mari Arbelaiz, en Arma Plaza. / Martín Tellechea

La Compañía Arkoll estrena este año capitán, aunque, en realidad, lo hará en el Alarde de Hondarribia del próximo 8 de septiembre, porque Jose Mari Arbelaiz Arbe fue elegido para el cargo en la asamblea de la compañía del año pasado. A unos días de vivir la jornada para la que lleva trabajando todo este año, charlamos con él del momento de su elección, de cómo han sido estos meses de trabajo y de los días que tiene por delante.

– ¿Le eligieron capitán hace más de un año?

Fue un momento un tanto atípico. Me eligieron en la asamblea de la compañía del año pasado, el 25 de julio de 2018. Yo no me presenté. Me hicieron una pequeña encerrona (risas). Yo toda la vida había desfilado tocando el txibilito. Solo he desfilado dos años de teniente. Luego he sabido que ya me tenían en mente y que habían ido preparando el terreno todo este tiempo. Yo dije que sí a salir de teniente porque siempre he estado a disposición de la compañía para lo que necesitara y estaba con la cosa de que el otro teniente, el más veterano, sería el próximo capitán, pero cuando me dijo que no tenía intención de presentarse… El capitán saliente también me dijo que habían pensado en mí, la comisión lo mismo… así que llegamos a la asamblea con todo más o menos claro. En la vida se me había pasado por la cabeza ser capitán. Me siento querido, orgulloso, sientes que has hecho durante estos años algo bien y que lo han reconocido.

– ¿Cómo fue el momento en el que le comunicaron que ahora sí, era usted el capitán de Arkoll?

Tuve un poco de vergüenza al principio. Estaba nervioso porque me considero introvertido y todo aquello de tener que empezar a hablar en público… Pero la verdad es que fue un momento bonito. A partir de ahí mucho trabajo, quieres tenerlo todo atado.

– ¿Ha habido muchos cambios en la comisión?

Te tienes que rodear de gente de confianza. Han salido en concreto cuatro personas que por cuestiones personales y laborales no podían seguir. Lo comuniqué en la asamblea y les agradecí enormemente el trabajo de estos años. En su lugar han entrado personas nuevas, también muy capacitadas y con ganas de trabajar. Durante el año hay mucho trabajo de cocina y me gusta tener todo atado. Por ejemplo, por contar alguna anécdota, después de la asamblea solemos hacer un pequeño picoteo. Yo estaba pendiente de que llevar todo atado a la asamblea y al final de lo del picoteo me acordé a última hora. Pero bueno, al final sale siempre todo bien.

– ¿Ha cambiado mucho la perspectiva sobre la compañía y el Alarde en este año como capitán?

No, lo cierto es que por cuestiones laborales y familiares de otros miembros de la comisión me ha tocado estos años ir a muchas reuniones, incluso en lugar del capitán de la compañía, lo que me ha valido también para familiarizarme con todo ello y para tener también ahora esa experiencia.

– ¿Tuvo la oportunidad de comunicar por primera vez a una chica del barrio que iba a ser cantinera?

Hace poco escuché a un capitán decir que para una cantinera comunicarle el hecho de que va a desfilar como cantinera en su compañía era igual más importante que su boda. No lo sé, solo sé que es una pasada, tengo gente cercana que ha salido de cantinera y el mundo se vuelve loco. Darle la posibilidad de ser tan feliz es una gozada. Va a ser cantinera de nuestra compañía para toda la vida.

– Tienen los ensayos los días 29, 30 y 31 de agosto…

Estamos pendientes de los últimos detalles, listas, pagos… pero los afronto con ilusión y con ganas.

– ¿Qué espera del próximo 8 de septiembre?

No sé cómo va a ser. No creo que me ponga nervioso. Sorprenderme no me sorprenderé, pero habrá momentos. Por ejemplo, uno que tengo en mente es el momento de coger la bandera. Es un honor el que la portemos nosotros. Somos conscientes de ello, pero yo hice especial hincapié en la asamblea en que es un momento en el que no puede fallar nada porque todo el mundo está pendiente de nosotros en la calle Mayor, hay cámaras, ya sabes…

– ¿Qué tal la relación con el resto de capitanes?

Muy bien, veo un ambiente muy bueno. Como he comentado antes he tenido que acudir en representación de la compañía en los últimos años a muchas reuniones y con algunos tenía ya relación. Pero al final estamos en un barco en el que todos tenemos que remar en la misma dirección.