Cristina Laborda y Leire Zubitur. / Servicios de Txingudi

El total de los 52 parques infantiles con los que cuenta Irun, repartidos por todos los barrios de la ciudad, dispondrán en breve de papeleras amarillas para la recogida selectiva de envases. Así, en aquellos puntos en los que hasta ahora había una única papelera para todos los residuos podrán verse en pocos días dos papeleras, una de color amarillo, para envases, y otra de color verde, para todo lo demás. En total, los parques infantiles pondrán en servicio 84 puntos dobles de papeleras.

Se trata de una iniciativa de Servicios de Txingudi, financiada por el Ayuntamiento de Irun, que tiene por objetivo que lo que se recoja en estas nuevas papeleras amarillas se pueda enviar a reciclar. Por el momento, solo se ha instalado la recogida de envases ya que se trata del residuo que más se genera en la calle.

“La mayor parte de los residuos que se depositan, en general en la vía pública pero, muy en particular, en estas zonas de juegos, son envases: botellas de agua, bolsas y envoltorios de dulces y de golosinas, envases de yogur, etcétera, que son muy fáciles de separar”, explica la gerente de Servicios de Txingudi, Leire Zubitur, “Por eso, para empezar a acostumbrarnos a la recogida selectiva también en los espacios públicos, hemos pensado que sería bueno comenzar por estas zonas estancia y por este tipo de residuo”.

Por su parte, la delegada de Vía Pública Cristina Laborda, señalaba que “esta acción, que ponemos en marcha conjuntamente Ayuntamiento de Irun y Servicios de Txingudi, no deja de ser otro elemento más que suma a favor de una ciudad amable: respeto por el medio ambiente, pero también cuidado de nuestras calles y plazas, en este caso nuestros parques infantiles. Se pide tener un gesto muy pequeño, pero que muchas veces repetido tiene unos efectos muy beneficiosos para todos”.

Hay que subrayar que con un gesto tan simple como separar los envases respecto a la fracción resto, se evita llevar el envase al vertedero donde se estima que, dependiendo del tipo de envase, tardaría entre 100 y 1000 años en degradarse (por ejemplo, una bolsa de plástico tarda unos 100 años mientras que un botellín de agua, 500 años).

“Lo fundamental ahora”, concluye Zubitur, “es que los niños y los padres o cuidadores que frecuentan estos espacios se acostumbren a separar este tipo de bolsas y envases y los depositen en las papeleras amarillas, sin mezclarlos con el resto de la basura, como restos orgánicos, etcétera. De este modo, además de recuperar más envases para reciclaje estaremos inculcando en las nuevas generaciones el hábito de separar los residuos, un factor determinante si aspiramos a construir ciudades sostenibles medioambientalmente”.