Los responsables municipales han acudido al cementerio de Blaia. / Ayuntamiento de Irun

El alcalde José Antonio Santano, el delegado de Memoria Histórica Santi Jimenez, y representantes de los grupos políticos Socialista de Irun, Elkarrekin Podemos-Ezker Anitza/IU, EAJ-PNV y EH Bildu, han participado en la mañana de hoy en un acto en memoria de los fusilados en Pikoketa un 11 de agosto de 1936. Los representantes de la corporación han depositado un centro de flores en el panteón municipal dónde descansan los restos de los fusilados aquel día.

Teniendo en cuenta la Ley 52/2007 de Memoria Histórica, donde se recoge que cada víctima de la Guerra de 1936 y/o del Franquismo tiene derecho a un reconocimiento público, justicia y memoria, el Ayuntamiento de Irun está obligado a impulsar, realizar y facilitar dichos compromisos memorialistas, adquiridos con la sociedad. También en el marco de la reciente aprobación del proyecto de Ley de Memoria Democrática se inauguraba hace unos días la nueva oficina de memoria Histórica de Irun.

Los fusilados de PikoketaHace 85 años que las tropas fascistas del Coronel Beorlegui (Sub-columna de Los Arcos) cometieran el fusilamiento atroz de 9 jóvenes voluntarios, entre ellos dos mujeres, y 4 carabineros en la zona de Pikoketa (Oiartzun).

Aquel martes, 11 de agosto de 1936, una pequeña guarnición de la Juventud Comunista de Irun, junto a varios carabineros, se encontraba apostada en las inmediaciones del caserío de Pikoketa, con armas cortas y una ametralladora. El diario de operaciones del Coronel Beorlegui, recoge de esta manera lo acontecido dicho día:

“La Columna parcial de Los Arcos sale a las 0 horas 30 minutos de Ergoyen y Oyarzun efectuando marcha de aproximación a Picoqueta sin novedad: en la proximidad de dicha posición enemiga, al amanecer, recibió fuego de fusilería y ametralladoras que obligó a desplegar a las fuerzas de vanguardia, entablándose combate y maniobrando aquella hasta que dominado Picoqueta se asaltó, apoderándose del puesto y cogiendo al enemigo nueve muertos y siete prisioneros, armamento, municiones, una ametralladora Hotchkiss en perfecto estado que los nuestros (los golpistas) utilizaron para perseguir al resto de la guarnición que huía dejando en nuestro poder cinco muertos más con todo su armamento…”.

Era sabido, según varios informes que realizó la Comisaria de Guerra de Gipuzkoa en el verano de 1936, que los golpistas difícilmente hacían prisioneros. Normalmente los fusilaban en el acto o a los pocos instantes de rendirse. Los y las milicianas combatientes allá presentes, tuvieron la desgracia de refugiarse dentro del caserío de Pikoketa, sin casi opción a huir. Solo Patxi Arocena y Alejandro Colina lograron huir (el primero corriendo monte abajo y el segundo, escondiéndose en un matorral próximo al caserío).

Una vez rendida la guarnición de Pikoketa y con las armas depositadas en el suelo, fueron ejecutadas al instante las siguientes personas (13):

MERTXE LOPEZ COTARELO, de 16 años
PILAR VALLES VICUÑA, de 18 años
JOSE MARIA ARRUTI IDIAKEZ, de 18 años
VICTOR GENUA MONTIANO, de 25 años
JESUS LOPEZ CASADO, de 26 años
AGAPITO DOMINGUEZ TAGUADA, de 23 años
BERNARDO USABIAGA JAUREGUI, de 17 años
MANUEL JUSTO ALBERDI, de 22 años
MIGUEL JACINTO LOPEZ, de 49 años
VICENTE ARGOTE, de 46 años
AGUSTIN MIGUEL BERMEJO, de 39 años
FELIX LUZ ECHEVERRIA, de 27 años
ANGEL BRAÑA LOPEZ

Durante la Dictadura de Francisco Franco, los represaliados republicanos sufrieron un manto de silencio por parte de la sociedad franquista, donde no pudieron reconocer, hacer justicia y homenajear a sus víctimas. Fue en el año 1976, donde, encabezados por Marcelo Usabiaga, hermano del fusilado Bernardo Usabiaga, comenzaron las primeras tareas de recuperación de los restos de los fusilados en Pikoketa.

Una vez localizada la fosa donde fueron enterrados, 1978 fue finalmente, el año en el cual se iba a realizar “justicia y memoria”. El 28 de julio de 1978 fue el día elegido para llevar adelante la exhumación de los fusilados en Pikoketa. El día 2 de agosto se realizó un homenaje en la parroquia y posteriormente, se trasladaron los restos al cementerio de Blaia, donde los fusilados descansarían en un panteón cedido por el ayuntamiento. Desde entonces, todos los años se realizan varios homenajes (en verano y en otoño), tanto en el cementerio como en Pikoketa.